Jose Miguel dejó su trabajo de albañil con 25 años. Estaba casado y tenía dos hijos, pero aún así, decidió estudiar medicina. Poca gente en Almanjáyar, su barrio, lo entendió. Y tampoco algunos miembros de su familia. Eso sí contó con el apoyo de su mujer y de su madre.
Durante la charla habla en varias ocasiones de la necesidad de normalizar. Él es gitano y le gustaría que su ejemplo animara a otros muchos a ocupar las aulas de las universidades en la misma proporción que lo hacen los payos. Pero para eso, advierte, hace falta mucha más implicación de las autoridades en barrios como el de Almanjáyar, en Granada, porque -dice- donde más se carece, asegura, es dónde más hay que hacer.