Varios cerdos aparecen en Jabugo atacados con misteriosas marcas en el cuello, y el pánico se desata entre los habitantes del tranquilo municipio onubense. Los ganaderos comienzan a colocar ajos en sus fincas, los vecinos temen salir a la calle o lo hacen con jerseys de cuello vuelto, y todo coincide con la llegada de una extraña empresa húngara.