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El rapto y asesinato de Anabel Segura

20 junio 2019
Profundizamos en el crimen de Anabel Segura que mantuvo en vilo a España durante 900 días. El 12 de abril de 1993 Anabel de 22 años y estudiante de Empresariales salió a correr por la urbanización Intergolf, la lujosa zona residencial de La Moraleja, en Madrid. A las tres menos diez un hombre corpulento bajó de una furgoneta y se dirigió a Anabel con la intención de preguntarle por una dirección. Antes de que la joven pudiese reaccionar, el individuo la empujo dentro del vehículo. Los gritos de Anabel alertaron a un jardinero del Colegio Escandinavo cercano, pero solo llegó a ver una furgoneta blanca que se alejaba. Los investigadores se encontraron en el lugar donde fue secuestrada el walkman y la chaqueta de la joven. La familia confió en una rápida solución si pagaban el rescate de 150 millones de pesetas que pedían los secuestradores (Cándido Ortíz y Emilio Muñoz) en sus mensajes telefónicos.
 
Hubo dos intentos de pago del rescate en Guadalajara y Taracón (Cuenca), pero no se llevaron a cabo al percatarse los delincuentes de la presencia policial. Una de las llamadas realizada por los secuestradores las realizó la mujer de uno de los secuestradores, Felisa García. Se hizo pasar por Anabel. Las grabaciones de voz de los secuestradores se difunde para buscar pistas y sería la primera vez que la policía difunde las llamadas de los secuestradores para pedir la colaboración ciudadano.
A partir de la difusión de estas conversaciones, el caso dio un vuelco. La respuesta de los ciudadanos fue masiva. Se recibieron 30.000 llamadas de colaboración, se seleccionaron 1625 que aportaron datos concretos y centenares de sospechosos fueron descartándose. Una pista esencial la facilitó un ciudadano anónimo que durante la emisión del programa 'Quién sabe dónde' reconoció la voz de uno de los secuestradores. El análisis de la cinta arrojó una pista. Al fondo se oían voces de niños jugando, con acento de Toledo. Las investigaciones policiales se centraron en la provincia de Toledo. Todas las sospechas se dirigieron a Emilio Muñoz, se investigó su entorno y sus conversaciones fueron vigiladas.
Al día siguiente de la detención de Cándido, Emilio y Felisa, ellos mismos indicaron donde se encontraba el cuerpo de Anabel. El cadáver de Anabel se encontró dos años y medio después de su desaparición en una fábrica abandonada de Numancia de la Sagra, un pueblo situado a 42 kilómetros de Madrid. Lo que en un principio iba a ser un secuestro para obtener dinero se convirtió pronto en un asesinato. Se supo más tarde que la rapidez del crimen vino dada por la falta de un lugar donde ocultar a la joven y el miedo a que la estudiante les reconociese si la liberaban. Los principales autores de este asesinato, Emilio Muñoz y Cándido Ortíz fueron condenados a 39 años de cárcel, aunque tras diversos recursos, el Tribunal Supremo elevó las penas a 43 años de prisión. Se les aplicó los agravantes de alevosía, detención ilegal e intento de estafa. Lo que no aceptaron los jueces fue el delito de secuestro, que los transformaron en detención ilegal. La joven ya estaba fallecida cuando los captores solicitaron el rescate a la familia. Por el contrario, Felisa fue condenada a seis meses por encubrir el secuestro y hacerse pasar por la víctima.
Cándido murió de un infarto en la cárcel de Ocaña (Toledo) en 2009 y Emilio salió de la cárcel de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) en 2013, tras cumplir solo 18 años de condena