Hablamos, con todo el humor del mundo, de "una de esas cenas de empresas que no salió bien". Un grupo de amigos se reúne para cenar pan y vino. Allí estaba uno de los traidores, probablamente el mayor de la historia, Judas Iscariote.
Judas lo pasó mal con su apellido, Iscariote, que se presta a "guasas". Se tuvo que esperar a que Pedro muriera para subir al cielo. Como no cobraba por seguir a Jesús y además le tenía coraje afirma que lo traicionó y lo vendió. En sus propias palabras: "Jesús era perfecto, tenía la barba perfilada, el pelo largo perfecto, nunca sucio, buen físico, estaba muy fuerte". En la última cena, cuando llegó la hora de pagar, "le dije que no lo hiciera, que le iban a pegar una clavada" e incluso jugaron al "amigo invisible". A él le tocó Jesús y este se llevó el premio gordo.