LA VOZ DE VIGORRA
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LA VOZ DE VIGORRA

Más claridad y menos discursos interminables

Jesús Vigorra da su particular punto de vista sobre los temas de actualidad en La mañana de Andalucía.

JESUS VIGORRA 30 marzo 2020

Comienza la tercera semana de encierro con mayores restricciones en lo laboral, en la movilidad y en lo económico. Medidas asumidas sin remedio, porque nadie lo tiene en este momento, y aceptada por nuestra seguridad, por nuestro bien, por nuestro futuro, por el de nuestros hijos, por el de la humanidad. Así nos lo están contando y, por el momento, no nos queda otra pues alternativas no se vislumbran en parte alguna.

Lo que sí me gustaría pedir, o casi suplicar, o exigir llegado el caso, es que para lo que nos puedan contar en dos palabras no utilicen dos horas; que aquello que el gobierno tenga que anunciar de obligado cumplimiento lo cuente un ministro y no cinco; que eviten los florilegios, los cincunloquios y los falsos espejismos. Sumar y restar sabemos todos, y con estas dos sencillas operaciones ya sabremos ver si vamos a más o vamos a menos. Y dejemos la fantasía a los niños y a sus maestros que saben cómo alentarla. Un amigo profesor de los que se han tomado en serio el contacto con sus alumnos a través de las nuevas tecnologías y mantiene las clases, me dice que sus niños están lanzados a la caza del coronavirus.

Los profesores hicieron un concurso de ideas para hacer frente al coronavirus y la imaginación infantil se desbordó: fórmulas químicas, cachivaches, defensas robotizadas, el rayo desintegrador del Covid-19 e incluso luces ultrasónicas para desenmascarar la invisibilidad del virus, para poder verlo por la calle, por la acera, por el asfalto, en el pliegue de un calcetín y liquidarlo sin contemplaciones como cuando se aplasta una cucaracha. Y luego están los que con insistencia piensan en sus abuelos y en cómo protegerlos.

No estábamos preparados para esto, pero pensar en el otro, en los mayores, en la bondad de los desconocidos que en medio de este caos trabajan por los demás, se desviven por servir a los otros, nos nutren o nos curan, hoy es el único asidero al que agarrarnos con fuerza y esperanza para no naufragar.

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