Destrucción de zonas costeras y éxodo de poblaciones, los efectos que ya se están notando.
Pese a las declaraciones de pasadas cumbres, las emisiones de gases invernadero siguen en aumento.
La cumbre sobre el clima que se prolongará en Madrid hasta el próximo día 13 de diciembre intentará que los gobiernos adopten medidas más realistas y con más determinación para su cumplimiento. Pero la ausencia de compromiso por parte de los dos países más contaminantes, China y Estados Unidos, muestra las limitaciones del acuerdo político para enfrentarse a una amenaza planetaria, cuyos efectos catastróficos ya han sido advertidos por la ciencia.
En España, la temperatura ha subido más de un grado y medio desde los años 80. Los veranos son más largos y más cálidos, las lluvias se reducen y cuando caen son más imprevisibles y torrenciales. De seguir esta tendencia, en 60 años el incremento de temperatura en el conjunto de nuestro país será de cuatro grados.
El nivel del mar también sube más de 3 milímetros por año: si no ponemos remedio, en 80 años España perdería 10.000 kilómetros de costa. Y sin embargo el agua es un recurso cada vez más escaso. El 74% de la península está en riesgo de desertificación y los embalses se encuentran regularmente bajo mínimos.
Con la tierra seca, los incendios también son mas frecuentes: este año se han quemado mas de 80.000 hectáreas en España el segundo país más afectado de Europa, por detrás de Portugal.
Para darle la vuelta a la situación hace falta un cambio radical en nuestro consumo y nuestros hábitos de vida. La ciencia será determinante para encontrar soluciones, pero es fundamental el compromiso político: que más países se unan al reto de reducir las emisiones de CO2 y cumplan con sus compromisos.