Las películas bélicas, para Spielberg

"En el nombre de España, Paz", escribió Blas de Otero en su libro "Pido la paz y la palabra", publicado hace más de medio siglo. "España está en peligro, España no te duermas", clamaba el poeta bilbaíno, en un poema de diez versos en el que por cuatro veces se invocaba el nombre de España. Ese nombre que no hay manera de escucharlo en boca de algunos políticos. De hecho, en los discursos de esta noche muy de soslayo apareció en el parlamento del presidente Pedro Sánchez como "gobierno de España", mientras que en la alocución de Quim Torra tal concepto no está registrado. Ni está, ni se le espera.

En un momento delicado, complicado y dislocado como el que vivimos, si los trasladamos a la Francia de Macron, por ejemplo, sería impensable no apelar al nombre de Francia para llegar al corazón de los franceses. En cualquier caso, después de haber tomado la delantera la soberbia, -como primera en todo lo malo, que decía Gracián- ha llegado la hora de las palabras.

Bienvenidos sean los llamamientos a la paz que Sánchez y Torra lanzaron desde sus despachos, porque claro, si uno se acuesta viendo a los reporteros de las teles con los cascos de la Segunda Guerra Mundial, no hay manera de evitar las pesadillas. No seamos excesivos, ni provoquemos a chacota. Si estamos contra la violencia, pongamos algo de nuestra parte también en las formas y dejemos para Spielberg las películas bélicas.
No he visto país que habiendo eliminado la mili tenga tanta debilidad por el uniforme de camuflaje.