Las bajas y los médicos

Un médico de Málaga, de nombre Juan Manuel, harto ya de estar harto de que le tomen el pelo algunos de sus pacientes, los más caraduras, ha contado en su facebook lo que ve, y siente, y le irrita en su consulta de la seguridad social. Habla de las bajas, y aclara primero que una baja laboral es exactamente igual que un antibiótico: forma parte del proceso curativo, y sólo se puede prescribir por un médico. Una baja laboral es el reposo necesario para que un paciente se cure, y, por lo tanto, las bajas no se cogen, ni se toman, ni se planifican con antelación, ni se anuncian a las amistades ¿Cuántas veces han oído aquello de mañana estaré de baja y pasado también?

Las bajas se piden al médico; y el médico, según su saber y entender, decide si procede o no procede administrarla. Igual que la penicilina. Igual que los antiinflamatorios. Por cierto, en lo tocante a bajas, es cosa sabida entre médicos, que los autónomos piden la baja tan sólo cuando se están muriendo. Y ocurre así porque nada duele más que los negocios propios, dice el doctor. Para el resto de los mortales, hace repaso de una recurrentes fórmulas y trucos, cojeras y lamentos, que ha tenido que oír hasta que el fulano consiguió su baja. Después, fuese y no volvió por la consulta: santa medicina la baja. Quien esto narra, ya no pretende cambiar nada. Se me acabaron las fuerzas, confiesa. Lo único que digo es que no somos tontos los médicos: que calamos a un rentista desde que entra por la puerta, y que le damos la baja para que no nos discuta, para que no nos insulte, para que no nos escupa. En resumidas cuentas: para llegar vivos a casa. Eso sí: siempre con heridas en el alma; pero vivos. Así está el patio.