LA VOZ DE VIGORRA
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Justicia a los ERE y a la juez Alaya

JESUS VIGORRA 20 noviembre 2019

Al fin llegó la sentencia de los ERE y condenó por malversación o por prevaricación, o por ambos delitos, a dos presidentes de la Junta de Andalucía, varios consejeros y altos cargos de sus gobiernos, en total 19 condenados. La sentencia reconoce que la Junta puso en marcha un procedimiento fraudulento, ideado para repartir subvenciones sin control durante una década.

Dicho lo cual, y sin pretender saber de judicatura, sí me me atrevo usar la lógica como un ciudadano que lee y escucha para sacar algunas conclusiones. Y lo primera es que la jueza Mercedes Alaya queda restablecida en su honorabilidad, esfuerzo y constancia para sacar adelante una instrucción ahora avalada al pie de la letra por el Tribunal. Ni era una loca, ni una vengadora ni una caza-socialistas. Fue a por ellos porque los pilló en el flagrante delito de dilapidar dinero público como para chamuscar no una vaca, sino un rebaño.

Aquí y ahora sucede que la credibilidad que pierde el Ejecutivo, la gana el Poder Judicial; el descrédito del PSOE encumbra a la jueza Alaya. Ni me alegran las condenas ni me entristecen las absoluciones, pero, ¿cómo siendo Griñán el responsable de las finanzas de la Junta no se daba cuenta de dónde iban 600, 700 u 800 millones de euros? Si no se enteró, ¿qué clase de consejero de Hacienda era? Y si lo supo y no lo dijo, y nos quiere hacer ver que no lo sabía, ¿qué clase de persona es? Y me atreveré con algo más. No sabría decir si la sentencia es dura, muy dura o semi como el turrón, pero como todo es comparable, me viene a las mientes la reciente sentencia del procés, en la que a los que quisieron romper con España por las bravas se les puso dos años por una "ensoñación independentista". Entre unas y otras penas media un abismo.

Y una cosa más, por favor, no insistan los deudos en que Chaves y Griñan no se han llevado el dinero a su casa, ¡Pues claro que no. Hasta ahí podíamos llegar! Pero eso no les exime del delito por el que han sido juzgados. Que los otros también sean malos no acredita la bondad de nadie. Y termino: la sentencia de los ERE, pese al 'por-venir' que tenga en el Supremo, demuestra que este escándalo de corrupción en Andalucía no era cosa de cuatro golfos que cabían en un taxi. Vaya una manera de intentar que los españoles crean en sus políticos.

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