Aniversario de la muerte de Juanito
Aniversario de la muerte de Juanito

Del Bernabéu al albero de Los Boliches

Miguel Ángel Cortés 30 marzo 2019

El 26 de mayo de 1987 empezó a correr la noticia: “Juanito se va del Real Madrid”.... Sucedió tras diez años de gloria (cinco títulos de Liga, dos Copas del rey y dos Copas de la UEFA) y sólo 48 días después de protagonizar el incidente más triste de su carrera: el pisotón intencionado a la cabeza de Lothar Mathhaus en una semifinal de la Copa de Europa.

“Presi, deje que me vaya”, le dijo Juanito a Ramón Mendoza, presidente del Real Madrid, cuando el genio de Fuengirola comprendió que su carrera en la casa blanca estaba acabada. Sobre él pesaba una sanción de cuatro años sin jugar competiciones europeas.

A Mendoza le costó aceptar. Era un ídolo en el Bernabéu, especialmente querido por la grada. Juanito tenía sobre la mesa una oferta del C.D. Málaga para jugar en Segunda División. Una oferta que sólo tenía el atractivo romántico de permitirle retirarse en su tierra. La propuesta económica, que estaba lejos del caché que se había ganado en el césped, incluía una curiosa cláusula: Juanito cobraría un porcentaje de los abonados de La Rosaleda.

El C.D. Málaga construyó en torno a Juanito una plantilla de “viejas glorias”, con Ladislao Kubala en el banquillo. Otro ilustre malagueño, el “Boquerón” Esteban, el guardameta húngaro “Pepe” Szendrei, Miguel Ángel Ruiz, Clemente Villaverde y Mario Husillos estaban también en las filas de aquel Málaga que arrasó en Segunda. Juanito jugó 37 partidos y marcó 10 goles.

La siguiente temporada, ya en Primera, se hizo muy larga para ese “viejo” Málaga, que se salvó del descenso por los pelos y que sólo dejó para el recuerdo el único gol que Juanito marcó en su vida al Real Madrid, en una magistral vaselina desde fuera del área que superó a Paco Buyo el 4 de junio de 1989.

Para entonces, Juanito ya tenía claro que ese iba a ser el año de su despedida como futbolista. Aunque para decir adiós, eligió la ceremonia de un torero. Fue el 27 de junio de 1987, en el Estadio de La Rosaleda, en un partido entre el Málaga y una selección de jugadores de la Liga.

Allí, junto a la línea de banda, enfundado en la elástica blanquiazul del C.D. Málaga, Juanito citó a su admirado Curro Romero. El Faraón de Camas, tijera en mano, le cortó la coleta al Genio de Fuengirola, que así, más que nunca, se sintió torero, el sueño de su vida. “Todo lo que gané en el fútbol lo habría cambiado por salir una tarde a hombros por la puerta grande de Las Ventas”, había dicho.

Nunca lo logró, pero como suele pasarle a los grandes toreros, su adiós no fue definitivo

Primero vivió una poco afortunada temporada como secretario técnico del Málaga, en la que el equipo acabó bajando a Segunda. La siguiente fue peor, marcada por sus enfrentamientos con el entonces presidente José Pardo, que le impidió sentarse en el banquillo como entrenador e, incluso, volver a vestirse de corto, como era su deseo, para ayudar al equipo a regresar a Primera.

Frustrado y decepcionado, Juanito abandonó el club en abril para iniciar una insólita aventura: enrolarse en el equipo de su pueblo, Los Boliches, que militaba en Segunda B. Otro episodio romántico que le llevó a jugar en un campo de albero. Él, el Gran Juanito, que había maravillado en la alfombra verde del Bernabéu...

Completó cinco partidos con la dignidad del torero sin facultades que no se resiste a dibujar con maestría sus últimas verónicas y dijo adiós, está vez de verdad, a su carrera como futbolista. Era el verano de 1991.

Después se fue de Málaga, donde dejó una buena lista de amigos y la vergüenza de verse forzado a salir por la puerta de atrás de La Rosaleda. Él, que cambió un retiro dorado en el Real Madrid por ayudar al C.D. Málaga y que recibió como pago la ingratitud de los mismos dirigentes que poco después acabaron conduciendo al club a su desaparición.

Juanito empezó en Mérida una prometedora historia como entrenador que acabó demasiado pronto, una noche en una carretera...

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