Eva Yerbabuena, el ballet Flamenco de Andalucía, Israel Galván, María Pagés, Rosalía o El niño de Elche, han sido algunos de los protagonistas de la Bienal. Lo ortodoxo y heterodoxo del flamenco, han convivido bien durante este mes de septiembre en Sevilla. Este domingo, el piano de Dorantes, puso el broche final a esta vigésima edición.
Pureza y vanguardia, posturas encontradas pero no por ello incompatibles, han sabido entenderse para poder compartir protagonismo en estos 25 días de Bienal.
La dialéctica entre modernidad y tradición, entre pureza y fusión, han estado presente en espacios escénicos, alguno de ellos nuevos y también en la calle, donde el flamenco se respira a pulmón, y se entremezcla con el público sin aditivos.
La experimentación, la plástica arriesgada de algunas coreografías, han sido muy bien acogidas. La progresión de géneros y estilos, permiten perfilar tendencias como la de Israel Galván, Rosalía, Eva Yerbabuena o María Pagés.
Propuestas que se comprometen en escena, buscando como en el caso de Rafaela Carrasco o Isabel Bayón, otro lenguaje que conmueva al espectador.
Tras cuatro semanas de actividad, se echa el cierre. El piano de Dorantes ha sido el encargado de clausurar esta edición.