Mientras capean el temporal, esperan poder vender sus sandías en un mercado ya saturado.
Los agricultores de la flor cortada de Chipiona y Sanlúcar, en Cádiz, se han dedicado a cultivar sandías y melones porque con la pandemia no han podido vender la producción de flores. La ruina se cierne sobre un sector que da empleo a 5.000 familias en la costa noroeste gaditana y que pide ayuda urgente para subsistir.
Donde antes había flores... hoy hay sandias y melones... Por la pandemia, la producción de flor cortada no se ha vendido, y antes que no sembrar nada, han tomado una decisión desesperada.
Llevan dos meses sin ingresos y sin ayudas, temen que muchos invernaderos no sobrevivan al coronavirus. No pueden hacer frente, dicen, a los pagos.
Porque un invernadero requiere mucha inversión, pero al tiempo genera mucho empleo: casi 5.000 en la costa noroeste gaditana.
Mientras capean el temporal, esperan poder vender sus sandías en un mercado ya saturado, aunque su ilusión, aseguran, es volver a hacer lo que mejor saben: producir la mejor flor cortada de Andalucía.