córdoba

El melancólico encanto de un cine de verano

23 junio 2019

Martín Cañuelo es, probablemente, el mayor empresario del mundo en materia de cines de verano al regentar Esplendor Cinemas, que incluye cuatro de las salas más antiguas del país ubicadas en pleno corazón de la capital cordobesa.

Cines de verano no quedan ya tantos, y quizá se han mantenido relegados a lugares con un clima caluroso, pero benigno de noche, como es el caso de Andalucía, Extremadura, Murcia, Italia o Grecia.

Esplendor Cinemas mantiene viva la llama de una costumbre muy arraigada en el corazón y alma del cordobés medio. La de acudir las noches de verano a un espacio con microclima propio a disfrutar de una película sin el corsé del silencio total impuesto en una sala de invierno, con la posibilidad de cenar mientras se disfruta de la historia y hasta comentar con los amigos o la familia alguna que otra escena.

"No sé si son los más antiguos del país, porque a lo mejor en algún pueblo los hay con más años, pero el de más edad de los que tenemos es el Coliseo, de 1935". Eso implica 40 años después de que los hermanos Lumiére lo ofrecieran en París como espectáculo y no ya como mero experimento. Los otros tres son de 1943, el Delicias; 1945, el Fuenseca y 1947 el Olimpia, que comenzó llamándose Zarco hasta 1961.

Martín Cañuelo recuerda que comenzó en el mundo del cine ya de forma potente en 1986, con tres de los cines de verano que tiene ahora (Fuenseca, Coliseo y Delicias), además de un cine de verano y otro de invierno en el barrio de Santa Rosa y otra sala más, la Macagi, del Naranjo.

Pero quizá no fue la mejor época para el negocio. "En ese momento hubo una auténtica escabechan de salas de cine de todo tipo en el país por la presencia generalizada de la televisión en los hogares, los videoclubs y los aires acondicionados en las casa", recuerda el empresario.

Por entonces Córdoba sumaba la nada desdeñable cifra de 20 salas de verano. "Una de las ciudades andaluzas donde siempre más cines estivales ha habido", señala.

Pero echando la mirada atrás, los años 40, 50 y 60 del siglo pasado fueron los mejores en este sentido, superando con creces la veintena, pero el año de mayor repunte fue entre 1964 y 1965, cuando se llegaron a contar hasta 32 tras la expansión de la ciudad con barrios nuevos.

"Habitualmente conseguimos en estos tres meses unos 80.000 espectadores", aunque depende mucho de la cosecha de películas que haya cada año, ya que incluso con la crisis, ôcuando se liquidaron un sinfín de salas, la cifra de espectadores se mantenía".

¿La clave? Un poco de todo. Precios populares, de 3,50 o 4 euros; la aplicación de las últimas tecnologías para sonido e imagen que en nada tienen que envidiar a las salas cerradas; una para bebidas y comidas; películas de temporada e incluso estrenos al mismo tiempo que en cines de invierno; un entorno físico agradable con albero y en le que se ha mejorado la vegetación con plantas aromáticas, como la dama de noche, el naranjo o el jazmín.

¿Qué queda? Quizá un buen Festival de Cine de Verano, con luces en columna que ilumine el cielo estival, alfombras rojas y Angelina Jolie paseándose encantadora por una alfombra roja. "Se ha pensado en ello y se le he planteado en más de una ocasión a las administraciones", señala, pero sin que la iniciativa haya cuajado aún.

Una idea nada descabellada si se tiene en cuenta que el cine de verano es parte viva de Córdoba y que los espectadores de verano se contabilizan para una película tato como los que la ven en una sala cerrada. 

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