Los efectos de las lluvias torrenciales, además de haber arrasado viviendas y negocios, se han hecho patentes en el campo de las comarcas afectadas. Los daños en caminos, maquinaria e instalaciones agrícolas y en explotaciones ganaderas son muy cuantiosos y complican la continuidad de muchos empleos.
Caminos destruidos, cultivos y plantaciones arrasados por la lluvia o anegados por las inundaciones, vehículos, maquinaria e instalaciones dañadas, animales ahogados en las explotaciones ganaderas y pérdidas de jornales e ingresos. Es el panorama que con mayor o menor crudeza se repite en las zonas más castigadas por las precipitaciones del pasado fin de semana.
Y cuando a esos perjuicios actuales se suman sus repercusiones en el corto y medio plazo, por la pérdida de suelo fértil o de inversiones ya realizadas, es inevitable que la angustia se adueñe del ánimo de muchas de las personas damnificadas. Su esperanza es que los seguros y las ayudas públicas les permitan levantar cabeza y superar esta crisis.